01 junio 2013

Los Inicios de los submarinos científicos.


Cuando Monturiol finaliza, por falta de presupuesto, la aventura del Ictineo II (1868) termina también uno de los primeros intentos de construir un submarino  científico y no militar (aunque para intentar venderlo Monturiol tuvo que proponer un modelo militar). Si bien existía una larga tradición de buques oceanográficos que exploraban en mar como el Beagle de Darwin, o el Challenger, o que se interesaban por los fondos marinos como el Travailleur, el Talismán, el Hirondelle o el Princess Alice, aún se tardaría un poco en perfeccionar un submarino que fuera específico para las expediciones cientoficas ya que su construcción y aportación de dinero solían provenir de los Minsterios de Guerra y Marina.
Entre los sumergibles construidos para realizar trabajos de exploración científica destacaba  el  submarino Pino, fabricado en 1903 en Italia, que podía descender hasta 150 metros y era utilizado para buscar barcos hundidos. Su casco ovoide alargado, de cinco metros de largo y tres de ancho, avanzaba impulsado por una hélice propulsora central y por dos laterales, que eran accionadas mediante energía eléctrica. Al llegar al fondo, se deslizaba por medio de una rueda y se podía suspender o posar en un punto determinado gracias a una barra de plomo que era manejada desde el interior. Contaba además con un par de pinzas para recoger muestras. La principal característica de éste es que resulta fácilmente maniobrable en aguas someras.
El diseño de los submarinos de investigación científica se fue perfeccionando cada día más, de acuerdo con los programas de estudio para los que serán utilizados. Así, los científicos contaron pronto con una variedad de modelos que han ido venciendo las grandes presiones existentes en los fondos oceánicos, lo que permitirá al hombre explorar en el futuro todas las profundidades. Si se considera que este avance, que le ha permitido pasar de los 200 metros de profundidad a los 11 000, sólo se ha llevado tres décadas, la perspectiva de lograr conocer todo el fondo oceánico se puede estimar como una realidad.

Nacho Padró 

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