13 junio 2015

El 10 de julio de 1945 el U-530 se rindió en Mar del Plata

El 10  de julio de 1945 un submarino nazi se rindió en Mar del Plata
Para algunos especialistas se trata del último gran secreto de la Segunda Guerra Mundial. Para otros hay más mito que realidad. Lo cierto es que a 70 años de la caída del imperio nazi, el arribo de dos submarinos alemanes que se rindieron en Mar del Plata en julio y agosto de 1945, sigue rodeado de interrogantes. Los propios aliados le sumaron misterio: las declaraciones de los marinos teutones que llegaron en los famosos “U Boat” fueron clasificadas como “top secret” por los Estados Unidos. Sólo se podrá conocer su contenido en el 2020.
Pero la historia se comenzó a escribir el día que terminó la guerra, el 8 de mayo de 1945. Ese día las fuerzas alemanas sobrepasadas en tierra y aire, dejaban de combatir y el Almirante Karl Doenitz  anunció la rendición del III Reich mediante la comunicación Nº 0953/4. Los soviéticos fueron los primeros en llegar a Berlín y todos querían atrapar a Hitler aunque nadie lo halló. Se conjeturaron varias hipótesis sobre su destino al igual que el de su esposa, Eva Braun. La teoría del suicidio fue cobrando fuerza con el tiempo hasta que años más tarde los germanos declararon legalmente la muerte de los dos, aunque nunca se pudieron ubicar los cuerpos.
Mientras todos querían saber qué había pasado con Hitler, un conjunto de submarinos alemanes había partido con rumbo al atlántico. Al menos cinco enfilaron hacia aguas argentinas, aunque dos fueron los que emergieron en cercanías de la base de Mar del Plata. A las 7 de la mañana del 10 de Julio de 1945, la silueta de un submarino, cuyo perfil no se asemejaba al de las naves argentinas, emergió sorpresivamente a pocos cientos de metros de algunos pesqueros costeros, y a una distancia de una milla y media del Puerto de Mar del Plata.
De inmediato, del puente del sumergible comenzaron a observarse destellos luminosos con la finalidad de contactarse con las autoridades navales. Algunas horas antes, la tripulación del submarino alemán tipo U-530 había arrojado al mar el armamento principal de cubierta, los torpedos, el equipamiento electrónico, las claves y el libro de bitácora.
El Capitán de Corbeta Ramón Soyuz, comandante del submarino "Salta", al mando de la Base Naval de Mar del Plata en ese momento, autorizó el ingreso de la nave alemana, que a marcha muy lenta amarró en la Dársena de Submarinos, cerca del Guardacostas "Belgrano".
El comandante del U-530, Teniente de Navío Otto Wehrmut, de sólo 25 años, formó en cubierta a sus 54 subordinados, cuyas edades oscilaban entre los 19 y 24 años, casi todos indocumentados. Según las crónicas de la época, los marinos estaban “barbudos y con aspecto demacrado”. Wehrmut, había sido designado comandante de la nave en el mes de enero de 1945 y en desde septiembre de 1944 se había desempeñado como primer oficial. De inmediato se procedió a la identificación de los marinos alemanes y a un primer interrogatorio facilitado por el conscripto argentino de ascendencia alemana Ecker.
Según lo informado por el Capitán, el U-530 había zarpado de la base de Kiel el 19 de febrero y luego de un reaprovisionamiento en Kristiansand, fueron informados del fin de la guerra cuando estaban rumbo a las costas de Nueva York.  Concluidos los interrogatorios, Otto Wehrmut, firmó oficialmente la rendición y el pabellón argentino fue izado en el mástil del submarino. El U-530 zarpó del puerto de Mar del Plata el 15 de julio, remolcado por el ARA "Ona" y escoltado por los destructores ARA "Misiones" y ARA "San Juan", con destino a Río Santiago, donde posteriormente, serían abordados por 33 estadounidenses, llegados por vía aérea. La tripulación alemana fue internada provisoriamente, en la isla Martín García, para luego viajar a los EEUU a fin de ahondar los interrogatorios.
CONFESIONES Y SILENCIOS
“Yo quería recalar en Miramar”, dijo el joven comandante alemán, Otto Wermuth. Sus palabras son parte de las declaraciones que hizo ante los marinos argentinos que lo interrogaban. Entre evasivas y medias verdades, contó cómo hizo la aproximación de la nave a Mar del Plata, hasta el momento de la rendición.
Las palabras de Wermuth se conocieron cuando la Armada tomó la decisión de abrir los archivos de aquellas declaraciones, que fueron celosamente guardadas por 57 años. El U 530, junto a otras naves similares forman parte de uno de los grandes secretos -o quizás el último- vinculados a la Segunda Guerra Mundial.
Se estima que al menos cuatro submarinos formaron parte del cowboy de naves que partieron desde Noruega transportando a unos 50 jerarcas nazis, documentación y el dinero suficiente en oro para el futuro de los escapados. Dos de esos submarinos, el U 530 y el U 977, se entregaron en Mar del Plata. Dos se cree fueron hundidos por la propia tripulación en costas argentinas, previo desembarco en cercanías de Necochea, de “80 personas”, según algunos testimonios periodísticos de aquella época.
Los primeros en ser indagados en suelo argentino fueron los ocupantes del U 530. Tres días después de su llegada a puerto y rendir su nave, el comandante Otto Wermuth se ubicó frente a sus interrogadores: los marinos Dellepiane, Ribero, Berry, Connway y Benesch. Según los testimonios escritos, Wermuth se refugió varias veces en la frase “lamento no poder dar más datos” o “no deseo responder esa pregunta”, cuando pretendía esquivar definiciones. Tampoco quiso aclarar cómo se utilizaron los 20 torpedos que debió llevar el submarino y no estaban.
Sí contó ante los marinos argentinos, parte del trayecto hacia la Argentina. Señaló que de día navegaba en superficie a un promedio de 7 nudos, alejado a más de 200 millas de la costa. Por la noche, en inmersión el submarino avanzaba a una velocidad de 2 nudos.
Según sus palabras, alcanzó la costa de Mar del Plata un día antes de la rendición. Dijo que avistó el faro de Punta Mogotes a las 3 del 9 de julio de 1945 a unas 18 millas de distancia. Agregó ante los interrogadores que rebasó Mar del Plata porque su intención original era “recalar en Miramar”, donde llegó con su nave a las 6 de la mañana.
“De ser cierto esta apreciación, podía suponerse que había desembarcado allí personas o bultos”, dicen los periodistas Juan Salinas y Carlos De Napoli en su última obra “Ultramar Sur”, donde revelan detalles inéditos sobre esa operación llevada a cabo por los alemanes, tras el fin de la guerra.
Al garete. Para buscar un pretexto de por qué llevó el submarino hasta Miramar, el comandante alemán Wermuth les dijo a los interrogadores que pretendía “esperar a la noche siguiente para reconocer la entrada al puerto”.
“Al anochecer del 9 de julio salí a la superficie y comencé a recorrer la costa”. Al parecer Wermuth observó la costa a unas 3 millas de distancia, desde Miramar hasta Mar del Plata. “A través de la boca de entrada a la base naval me quedé al garete hasta la madrugada”, explicó Wermuth. Después encendió las luces y se entregó. En sus declaraciones se vio obligado a reconocer que el U 530 contaba originalmente con seis balsas de goma. Nunca pudo explicar por qué falta la principal, con capacidad para varias personas y bultos. Las palabras de Wermuth y toda su tripulación se repitieron días más tarde ante los norteamericanos y los ingleses, quienes dieron carácter de “top secret” a todo lo hablado ante ellos. Para asegurarse la confidencialidad de esas palabras impusieron que debían permanecer archivadas en reservas por 75 años. Es decir, se sabrá el contenido en el año 2020.
EL SEGUNDO SUBMARINO
La rendición del U 530 no fue la única de ese año. El viernes 17 de agosto de 1945 era el inicio de un fin de semana largo, que era esperado por varios marinos de la Base Naval de Mar del Plata. Otros ya habían sido licenciados. Aún duraba la sorpresa por la aparición del submarino alemán U 530, que se había rendido 38 días atrás. Ya hacía tres meses que Alemania había capitulado. El rastreador M 10 Comodoro Py al mando del capitán de Corbeta Armando Muro y el submarino Salta regresaban a sus apostaderos, luego de patrullar las aguas. Hacia las 9.15 advirtieron que se aproximaba un submarino. Al proceder al acercamiento un destellador luminoso identificaba la nave, como “German submarine”.
Se dio el alerta en la base. Las naves argentinas escoltaron al submarino, que se identificó como U 977. Con la ayuda del remolcador Ranquel atracó a las 11 de la mañana. La nave alemana estaba en impecable condiciones y con una reserva de importancia de combustible.
Según se pudo establecer con los años, desde fines de mayo de 1945, las autoridades navales de la Argentina estaban avisadas por la Cancillería de la posible aparición de submarinos alemanes en el litoral marítimo argentino. Así lo testimonian los documentos secretos de la Armada.  El 22 de mayo de 1945, el vicealmirante Héctor Vernengo Lima, jefe del Estado Mayor General, envió una comunicación al ministro de Marina, dejando constancia de que, según informaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, se había constatado la presencia de submarinos alemanes en el Atlántico Sur, que tratarían de llegar a "aguas japonesas".
El U 977 estaba comando por Heinz Schäffer, de 24 años, acompañado por una minoritaria tripulación de 32 hombres. Todos jóvenes. Junto al comandante del submarino estaba el primer oficial Karl Reiser de 22 años, el segundo oficial Albert Khan de 23; el ingeniero Dietrich Wiese que con 30 años era el más veterano. Otros 28 suboficiales y marineros completaban la tripulación. Sin embargo, cuando partieron de Kristiansand, Noruega, el 2 de mayo de 1945, la nave llevaba 16 personas más. Según la declaración del comandante ante los interrogadores argentinos, esos marinos alemanes eran “casados” y se les dio la opción de dejar el barco. “El 10 de mayo entre las 02.30 y las 03. 30 tres soldados y 13 oficiales subalternos en consecuencia tomaron tres de los botes de goma grandes, uno de los cuales resultó dañado y abandonado para abandonar la nave”, señaló Schäffer a los marinos argentinos. Una versión que siempre estuvo en duda sobre qué alemanes ocuparon esas literas, ante la sospecha que eran jerarcas nazis que descendieron en las costas de argentinas.
La travesía descripta por el comandante alemán ante los interrogadores dejó dudas, que por años han permanecido bajo reserva. Fueron 107 días de navegación, de los cuáles afirmó 66 fueron sumergidos. Los expertos indicaron años después que eso asomaba difícil de hacer con un submarino de esas características.
El U 977 arribó a Mar del Plata con 10 torpedos, aunque su carga era para 14. La aproximación fue similar a la U 530, desde la costa Miramar hasta observar el faro de Mar del Plata y luego enfilar al puerto. Para ese tiempo el avistamiento de periscopios en las ciudades de la Costa Atlántica se había multiplicado.
HISTERIA COLECTIVA.
Entre la rendición del U-530 y el U-977 en Mar del Plata, y sobre todo entre los días 19 y 25 de julio de 1945, se sucedieron los avistamientos de submarinos en el litoral argentino, y la Armada registró estas presencias en diversos documentos secretos.
El 19 de julio, por ejemplo, se informaba al Estado Mayor General con un mensaje en extremo lacónico: "Periscopio-San Antonio Este. He dispuesto reforzar exploraciones allí". El 25 de julio, en otro informe secreto de la Armada, se avisaba del avistamiento de un submarino en el área de Claromecó, y se disponía el patrullaje aéreo y naval de la zona, manteniendo un torpedero listo para la acción.
Miramar, Necochea, Copetonas y San Clemente del Tuyú son los otros nombres que saltan a la vista en los documentos secretos y en las informaciones periodísticas de esos días.
¿Histeria colectiva? Tal vez. Pero tan grande, que llegó hasta el Uruguay y el sur del Brasil, que también reportaron el avistaje de submarinos alemanes. En Brasil, incluso, se llegó a culpar a una de las naves que supuestamente operaban en nuestra costa del hundimiento del crucero Bahía, ocurrido el 4 de julio de 1945.
Teniendo en cuenta que la mayoría de los avistamientos sucedieron cuando el U-530 ya se había rendido en Mar del Plata, y cuando, según los documentos de navegación del U-977, éste todavía no se encontraba a esa altura de nuestro litoral, la pregunta es evidente. Si los avistamientos (a los que la Armada prestó especial atención) fueron reales, ¿cuáles eran los submarinos que estaban operando en la zona?
¿Se trataba, tal vez, del U-1206, sospechosamente dado por perdido en el Mar del Norte el 14 de abril de 1945, o del U-1053, perdido cerca de Bergen (también en el Mar del Norte) en febrero de ese año? ¿Podría ser, en cambio, el U-745, del que se tuvo noticias por última vez el 4 de febrero de 1945, en el golfo de Finlandia, o del U-398, perdido para siempre en aguas costeras británicas en el mes de mayo?
¿Sería, tal vez, el U-326, del que también se tuvo una última información desde aguas costeras inglesas en abril, o se trataba de algún otro sumergible que no constaba en las prolijas listas elaboradas por la Kriesgmarine? ¿Viajaban jerarcas nazis en estas naves, desembarcaron documentación o dinero en nuestras costas? La respuesta aún permanece entre médanos de dudas.
POR GUSTAVO MENENDEZ

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