13 junio 2015

VERDEMAR SOSPECHA DEL TRASIEGO «DE MISILES» EN LOS SUBMARINOS

Ocho días ha permanecido el submarino nuclear «HMS Astute», perteneciente a la Royal Navy, en la base militar de Gibraltar, de donde partió ayer. Si se hace memoria, es fácil recordar que la llegada del sumergible, apenas 24 horas después de que otro, el «HMS Ambush», abandonara las aguas de la Bahía de Algeciras (Cádiz); provocó que el portavoz de Verdemar-Ecologistas en Acción en la zona, Antonio Muñoz, planteara, a través de LA RAZÓN, que había llegado el momento de que el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, se decidiera entre si quería un «puerto militar o turístico». No ha habido reacción por su parte, aseguran los activistas, quienes avisan de que ellos, por la suya, permanecerán vigilantes, dado que están convencidos de que el que se ha ido no será el último. Sospechan además que las estancias en la Roca del «HMS Astute» y el «HMS Ambush» han estado vinculadas «a la carga y descarga de misiles». De ahí que «llegaran incluso a acordonar el área del puerto en la que estaban unos 200 metros», apunta Muñoz, pese a que se trata de unas instalaciones que «no están preparadas» para «tratar con según qué tipo de materiales». El portavoz de Verdemar lamenta que su organización «se haya quedado sola» en la lucha que mantiene por hacer de la bahía algecireña un espacio libre de submarinos nucleares. Asevera que «ningún político ni ningún partido han sido capaces de dar un paso al frente» para frenar la estancia en esas aguas de estas «bombas flotantes», que suponen un «enorme riesgo» medioambiental y para la seguridad de la población de la comarca gaditana y de los alrededor de 35.000 cruceristas que recibe el Peñón al año. Y ello, pese a que «tanto en la Junta de Andalucía, como en la Diputación de Cádiz, en la Mancomunidad y en múltilples municipios del Campo de Gibraltar se aprobaron en su día propuestas en contra de que recalaran aquí submarinos nucleares por el peligro que ello conlleva», tirotea con palabras. Y remata: «Muchos de esos políticos son ahora asesores de Picardo».Esa falta de apoyo no les impedirá, advierte, continuar con su campaña «nacional e internacional» para oponerse a la presencia de submarinos nucleares en el territorio de La Roca. Para potenciarla seguirán llamando a las puertas de otros colectivos «verdes», que sí estén dispuestos a asumir el riesgo de denunciar lo que parece una historia sin fin. El primer capítulo polémico se remonta a mayo de 2001, fecha en la que abandonó el puerto gibraltareño con rumbo desconocido el «HMS Tireless», después de permanecer casi un año en él, mientras reparaban el sistema primario de su reactor nuclear. Desde entonces, más de 60 embarcaciones de ese tipo han arribado al Peñón, según han contabilizado los ecologistas.

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