09 agosto 2015

No olvidemos la tragedia del Kursk



Los submarinos rusos se meten donde quiera. Foto del autor.
 
(www.miscelaneasdecuba.net).- El 12 de agosto del año 2000 en las profundidades del mar de Barents se desarrolla una tragedia. El K-141 Kursk, submarino nuclear de la Armada de Rusia, se pierde con toda su tripulación de 118 tripulantes tras un accidente durante unas maniobras militares de entrenamiento.
Perteneciente a la Clase Oscar II según el código OTAN, cuyo nombre oficial es Proyecto 949A Antey, son submarinos lanzamisiles de crucero, que fueron construidos según el proyecto del diseñador Igor Spassky. Constituyen los submarinos de ataque más grandes del mundo, después de la Clase Akula y la Clase Borey, actualmente en construcción, siendo ligeramente más largos que la Clase Ohio de la Armada de los Estados Unidos.
Un poco de historia
Le fue puesto el nombre de la ciudad rusa de Kursk, donde ocurrió la batalla de tanques más grande de la historia, la Batalla de Kursk de 1943. Su construcción comenzó en Severodvinsk, en 1992. Fue botado en 1994 y formalmente asignado en diciembre de ese año.
Fundada en 1936, la actual ciudad de Severodvinsk se desarrolló en el período soviético y como otras, erigidas en las regiones del norte y de Siberia, fueron construidas con mano de obra esclava, jóvenes intelectuales, líderes comunistas venidos a menos y millares de presos del Gulag, viviendo en tiendas lo mismo durante el crudo invierno que entre las ciénagas infestadas de mosquitos en verano, comenzaron a construir un ferrocarril de 50 km que abrió en noviembre de 1936, emprendiéndose entonces la construcción de los astilleros, albergando dos importantes bases navales. Por esta razón, Severodvinsk fue una ciudad cerrada a los extranjeros desde 1936, excepto una breve excepción en 1992-93. El primer submarino soviético a propulsión nuclear, el Leninsky Komsomol, se construyó en la base de Sevmach entre 1955 y 1957, responsable de la construcción de la mayoría de los submarinos nucleares de la URSS. Desde 1992, la base se encarga principalmente del desmantelamiento de los submarinos nucleares.
El Kursk fue la última nave de la clase de submarinos Oscar-II, que fue diseñada y aprobada por la antigua Unión Soviética. Con sus 155 m de largo y sus 4 pisos de alto, fue uno de los submarinos de ataque más grande jamás construido, fue calificado como insumergible (si esta palabra tiene aplicación en un submarino), gracias a su doble casco. El casco externo hecho de acero al cromo níquel de 8,5 mm de grosor, con una excepcional resistencia a la corrosión.
Formaba parte de la flota naval del norte de Rusia, flota que había experimentado recortes financieros desde 1990. Muchos submarinos habían sido traídos desde los muelles en el Mar de Barents y habían sido abandonados para oxidarse. El equipo más esencial de primera línea, incluyendo el equipo de búsqueda y rescate, fueron inadecuadamente inspeccionados. Sin embargo el fin de la década representó el resurgimiento de la flota. En 1999 el Kursk había llevado a cabo una exitosa misión de reconocimiento cuyo principal objetivo era el espionaje a la Sexta Flota de la Marina de los Estados Unidos durante la guerra de Kosovo.
El ejercicio de entrenamiento de agosto de 2000, debía ser el más grande desde el derrumbamiento de la Unión Soviética, involucrando cuatro submarinos de ataque y el buque insignia de la flota.
Los hechos
Como parte del ejercicio, el Kursk tenía que disparar dos torpedos sin explosivo a un crucero de batalla. Al parecer algo de peróxido de hidrógeno usado como propelente para el torpedo, se filtró a través de la herrumbre en la carcasa del torpedo, reaccionando con cobre y latón en el tubo desde el que se disparó el torpedo, causando una reacción en cadena que ocasionó una explosión. La compuerta estanca que separaba la sala de torpedos del resto del submarino se había dejado abierta antes del disparo, esto permitió a la onda expansiva propagarse a través de los dos primeros de los 9 compartimentos en el enorme submarino.
Tras la primera explosión, los gases se propagan a más compartimentos, incluyendo el puesto de mando, llenándose de humo y llamas, se cree que el capitán intentó ordenar un soplado de emergencia, que hace que el submarino ascienda rápidamente a la superficie, sin resultados. La boya de señalización, diseñada para soltarse del submarino automáticamente cuando se detectan situaciones de emergencia como un cambio brusco de la presión o fuego, que debía ayudar a los rescatadores a encontrar el submarino siniestrado, no se desplegó, ya que el Mando de la Marina Rusa había resuelto el verano anterior durante una misión en el Mediterráneo, dados los temores de que se desplegara revelando la posición del submarino a la flota estadounidense, el desactivarla.
Dos minutos y quince segundos después de la explosión inicial, tuvo lugar una explosión mucho más grande. La información sismográfica de las estaciones a lo largo del norte de Europa muestran que la explosión ocurrió a la misma profundidad que el fondo marino, sugiriendo que ya había colisionado con el fondo, lo que unido a las crecientes temperaturas debidas a la explosión inicial, ocasionaron la explosión de más torpedos.
La segunda explosión fue equivalente a entre 5 y 7 toneladas de TNT, obteniéndose lecturas superiores a 3,5 en la escala de Richter. Tras esta, los reactores nucleares se desactivaron automáticamente para evitar un desastre mayor.
La segunda explosión abrió un agujero de 2 m² en el casco del navío. La explosión también dejó abiertos el tercer y el cuarto compartimento. El agua entró en estos compartimentos a razón de 90.000 litros por segundo, matando a todos los que se encontraban en su interior. El quinto compartimento contenía los reactores nucleares del submarino, protegidos por 13 cm de acero. La mampara del quinto compartimento resistió la explosión, haciendo que las barras de control nucleares se mantuvieran en su lugar evitando un desastre nuclear.
El rescate fallido
La Armada Rusa intentó mantener en secreto la tragedia, antiguos vestigios del totalitarismo, sin embargo, a medida que pasaban los días, los familiares de los marinos del Kursk empezaron a presionar públicamente, lo que llevó finalmente al Gobierno Ruso a solicitar ayuda internacional para rescatar a los supervivientes. Solo pasados 16 días de la tragedia se reconoció la ocurrencia del accidente.
Llegaron equipos desde Inglaterra y Noruega hacia la zona del desastre, Estos inicialmente llegaron a pensar que en la zona trasera del submarino podría haber supervivientes, pero al hacer las pruebas en las compuertas, se reveló que su interior estaba inundado. Algunas investigaciones sugirieron que la mayor parte del equipo habría muerto unos minutos después de la explosión, otras demuestran que muchos supervivientes se refugiaron en la parte trasera del barco 4 horas después del accidente.
Tras reflotar parte de los restos del submarino, el 8 de octubre de 2001, fueron recuperadas al menos tres notas de los supervivientes, aunque solo dos fueron hechas públicas y no en su totalidad.
Las notas dejadas por los supervivientes de la parte trasera demuestran que al menos 16 de ellos se refugiaron en las partes estancas traseras, pero a medida que el agua subía, un incendio se declaró en el interior y murieron asfixiados. Escribieron ellos en esas notas:
”Todos los tripulantes de los compartimentos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie. Escribo a ciegas”.
Ellos habrían logrado sobrevivir hasta 6 días después de la tragedia. El Kursk fue levantado de su tumba por un equipo holandés de la empresa MAMMOET que usó la barcaza Giant4, y 115 de los 118 tripulantes muertos fueron recuperados. Cuando el barco fue izado hacia la superficie se temía que, al mover la estructura, ésta explotara debido a los explosivos que aún se encontraban dentro. Los reactores de la nave fueron llevados a la bahía de Sayda, al norte de la península de Kola y desactivados en 2003.
Versiones y más versiones
El Gobierno Ruso negó rotundamente que el submarino llevara ojivas nucleares. Rumores se extendieron entonces sugiriendo que la demora en declarar la emergencia se debió precisamente a una operación encubierta para recuperar dichas ojivas o alguna tecnología punta de navegación furtiva.
Años más tarde, tanto la prensa occidental como la prensa Rusa vuelven a hacer referencia a la pérdida del submarino nuclear y cuestionan una vez más los resultados de la investigación oficial de la Fiscalía General, en la que no se halló culpable alguno. Inicialmente, se abrió un caso penal de acuerdo con el artículo sobre violación de las reglas de navegación, hecho que habría causado la colisión y pérdida de la nave. Sin embargo, hacia finales de agosto resultó evidente que el navío ruso más cercano se encontraba a 40 kilómetros de distancia del Kursk. Otras versiones persistieron, incluida una en la que se sostenía que se había lanzado un torpedo desde una embarcación extranjera, otra en la que se aseguraba que una mina inactiva desde la Segunda Guerra Mundial había explotado, y una de las versiones más recientes, que sostenía que había habido una situación de emergencia a bordo, aunque nadie la tomó lo suficientemente en serio.
La versión más potente era la estadounidense. La respaldaba el hecho de que unas semanas antes, el Kursk había regresado de efectuar operativos militares en el Mar Mediterráneo. En ese momento, la OTAN desarrollaba la campaña de bombardeo contra Serbia. El Kursk no sólo logró cruzar el Estrecho de Gibraltar inadvertido dos veces –literalmente cargado de equipos antisubmarinos –, sino que además logró monitorear la flota transportadora estadounidense en el momento en que se encontraba justo debajo de su portaaviones.
¿Cómo respondieron los investigadores de la Fiscalía General? Cuando se trasladaron los cuerpos a la superficie, algunas partes de la primera sección del submarino también fueron transportadas, entre ellas, algunas toneladas de restos del submarino, en los que no se encontraron piezas de embarcación, torpedo o material explosivo extranjero alguno. La versión de la colisión persistió: el submarino estadounidense Memphis, que claramente había sufrido daños, apareció en Noruega el 18 de agosto. El tonelaje del submarino en cuestión era dos veces mayor que el del submarino estadounidense, con lo cual, de haberse producido una colisión, el Memphis no habría sufrido daños: se habría desmoronado por completo. Además, la estructura del Kursk había sido diseñada para soportar una pequeña explosión nuclear, por lo que, desde luego, podía también resistir el lanzamiento de un torpedo común y corriente.
Hasta hoy ninguna de las versiones convencen a la opinión publica internacional, menos todavía alivian el sufrimiento de los familiares e estos valerosos hombres que murieron en el cumplimiento de su deber independientemente del color de su bandera o su ideología.

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