09 abril 2016

La lógica de guerra submarina en la Armada Rusa

por Capitán Vladimir Gundarov 


Un cierto clima de seguridad en el ámbito de las relaciones internacionales y la colaboración de este país con la Alianza del Atlántico Norte han tenido un efecto decisivo en el cambio de dirección del desarrollo de las fuerzas nucleares estratégicas rusas desplegadas en los mares. Hace unos quince años se consideraba que los submarinos estratégicos eran el factor más efectivo para preparar un ataque sorpresivo o llevar a cabo un golpe de represalia contra un enemigo potencial en caso de surgir la amenaza de una guerra global nuclear. 

 

Un cierto clima de seguridad en el ámbito de las relaciones internacionales y la colaboración de este país con la Alianza del Atlántico Norte han tenido un efecto decisivo en el cambio de dirección del desarrollo de las fuerzas nucleares estratégicas rusas desplegadas en los mares (SSNF por sus siglas en inglés). 
Hace unos quince años se consideraba que las SSNF eran el factor más efectivo para preparar un ataque sorpresivo o llevar a cabo un golpe de represalia contra un enemigo potencial en caso de surgir la amenaza de una guerra global nuclear. 

Pero en la actualidad, una guerra de esas magnitudes pone a cualquier país en desventaja, particularmente desde el punto de vista económico, porque causaría un daño irreparable a la economía, no sólo a la del agredido sino también a la economía del que lleve a cabo la agresión. En otras palabras, Rusia no tiene que temer una amenaza militar a gran escala, al menos durante la primera mitad del siglo XXI. Tampoco existe, con respecto a ese asunto en particular, pre-condiciones para un golpe masivo preventivo. Por tanto, un incremento cuantitativo de las SSNF no presupone nada. Pero, cuando su poder disminuye al mínimo, se impone el perfeccionamiento de sus características cualitativas. 

El siempre sólido escudo marítimo 
La actual política militar de Rusia y los esfuerzos por producir cambios en el ejército y en la marina de guerra tienen en consideración las relaciones existentes con los EE.UU. y con otros países industrializados. Como resultado, las Tareas Actuales de Desarrollo de las Fuerzas Armadas Rusas han modificado algunos de los principios de los planes militares que previamente eran inmutables: 

«Los conflictos considerados como más posibles de ocurrir y para los que se preparaban las fuerzas armadas de este país ya no incluyen una guerra nuclear global o conflictos a gran escala que hagan uso de armas convencionales contra la OTAN u otra coalición encabezada por los EE.UU. Esta razón ha contribuido a una considerable disminución del armamento nuclear y convencional sin afectar la seguridad del país.» 

 

En efecto, en los últimos siete años la marina ha disminuido el número de sus cohetes cruceros estratégicos submarinos en más de dos tercios. Previamente, hacía gala de cinco divisiones - docenas de portadores de cohetes en diferentes proyectos y cientos de mísiles. 

En la actualidad la columna vertebral de las SSNF rusas la componen sólo seis submarinos portadores de mísiles del proyecto-667 BDRM. Ello fue plasmado en el segundo informe de la asociación Belluna y corresponde al tratado START-2. El total de ojivas instaladas en los mísiles que llevan estas SSBN o PLARB se ha reducido a menos de una quinta parte. 

La disminución en el número de portadores de cohetes y, en correspondencia, en el número de ojivas está originando ciertos recelos entre los analistas militares. Por otra parte, incluso si se asumiera la posibilidad de una guerra nuclear global no sería importante considerar las tantas veces que el mundo podría ser destruido con las armas nucleares que aun existen. Pero como esa amenaza no se avecina en el futuro cercano, la actuales condiciones de las SSNF pueden considerarse como debidamente adecuadas para cumplir con los requerimientos de la Doctrina Militar, que especifica: 

«La Federación Rusa se reserva el derecho de hacer uso de sus armas nucleares en respuesta a la utilización de armas similares u otras de destrucción masiva en su contra y (o) en contra de sus aliados, y en respuesta además a una agresión a gran escala con armas convencionales, en situaciones que pongan en peligro la seguridad nacional de la Federación Rusa.» 

 

Es de notar a la vez, que de acuerdo con el Cuartel General de la Marina, el nivel de maniobra de esta fuerza es ahora mayor que nunca. Cada submarino estratégico portador de misiles (RPKSN) o, de acuerdo con su nueva clasificación, cada submarino de mísiles estratégicos del proyecto Delfín (RPLSN) es portador de 16 misiles intercontinentales del tipo RSM-54 (o del tipo SS-N-24 o Skiffs, de acuerdo con la clasificación de la OTAN) con ojivas para objetivos individuales. Cada misil cuenta con cuatro de esas ojivas. 

La revista Osterreichische Militarische Zeitschrift (No.4, 2001) describió nuestro misil Skiff como una obra maestra en la construcción de misiles  Puede desplegarse tanto en el océano Ártico como en el Pacífico. _ Este misil y sus modificaciones cuentan con las mejores características de energía y masa entre todos los misiles estratégicos de propulsión sólida o líquida, que pueden ser desplegados en tierra y en el mar, y que son construidos en Rusia o en otras partes del mundo. Los diseñadores utilizan el término características de energía y masa para referirse a la relación entre el peso de la carga explosiva de un misil balístico y el peso de lanzamiento, calculado para una misma distancia. 

Si el Skiff se somete a este cálculo, su coeficiente será de 46. Es mejor que los coeficientes de los misiles estratégicos norteamericanos Trident-1 y Trident-2, cuyos coeficientes son de 33 y de 37.5 respectivamente. Este resultado no se obtuvo con facilidad. 

Las SSNF: su pasado y futuro 
En la segunda mitad del siglo pasado, el poder nuclear estratégico ruso (SNF) era el principal factor estabilizador para garantizar la seguridad nacional del país. Un SNF desplegado en el mar desempeñaba un papel fundamental en ese proceso. Los submarinos con misiles estratégicos del proyecto-667, al portar misiles balísticos intercontinentales, se convirtieron en el instrumento más efectivo y avanzado de nuestra política exterior, no sólo desde el punto de vista militar, sino incluso desde el punto de vista económico. 

 

Debajo de la superficie helada del Ártico los submarinos balísticos eran y siguen siendo, en términos militares, el componente más oculto y menos vulnerable del tridente nuclear de Rusia. En la década de 1980, el fuerte patrullaje de los océanos del mundo casi junto a territorio estadounidense proporcionó los argumentos necesarios para obtener el repliegue de 108 mísiles de alcance medio Pershing-2 de la OTAN. 

Estos mísiles podían batir objetivos en una parte considerable del territorio ruso de Europa. No fue por accidente que, Mikhail Gorbachev durante su mandato los comparó con el cañón de un arma dentro del templo de la URSS. 

Y lo último pero no menos importante, la fuerza submarina hizo una inestimable contribución a los estudios de la plataforma del Ártico y al planeamiento del fondo del océano. Hace ya años, dichos mapas fueron presentados ante la comunidad internacional como un fundamento de nuestro derecho de utilizar sus recursos naturales y ser parte de la actividad económica en la zona rusa del ártico, particularmente en el desarrollo extensivo de las reservas de petróleo y gas. 

De acuerdo con el tratado SALT-1, las limitaciones en el número de portadores de mísiles submarinos solo afectaba a los submarinos construidos después de 1964. A la vez, el tratado autorizaba la conclusión de aquellos en construcción. Esto permitió a Rusia construir unos 62 submarinos más, que podían desplegar hasta 210 mísiles balísticos. 

En general, el tratado SALT-1 no limitaba el programa Soviético de construcción de portadores de mísiles estratégicos y el numero de ojivas por cada misil balístico desplegado en los submarinos. 

Desde 1964, cuando se implementó el primer proyecto ruso 667 A de submarinos armados con mísiles balísticos 16 RSM-25, y hasta 1990 la marina construyó 87 portadores de mísiles estratégicos. Estos incluyeron el Proyecto 667 RPKSN (Yankee y Delta) y el Proyecto 941 de submarinos pesados con cohetes (TRPK) (Typhoon). 

 

En los últimos 37 años, la marina de guerra ha creado más de mil cohetes balísticos intercontinentales. Ello incluye el único en el mundo de lanzamiento simultáneo 16 RSM-54, en 1991, y el de doble lanzamiento simultáneo 10 RSM-52, EN 1998. 

¿Cuál es el rumbo ahora? 
Los mísiles balísticos a bordo de submarinos (SLBM) han seguido dos vías de desarrollo que son totalmente distintas. Sus diferencias están dadas por los tipos de propulsión que utilizan, la sólida y la líquida. 
Históricamente, este desarrollo se caracterizó en el caso de la industria balística de Rusia por los propulsores de combustibles líquidos, mientras que los norteamericanos desarrollaron las unidades de propulsión sólida. Pero incluso el decano de la construcción de mísiles, Sergei Korolyov, consideró que Rusia tenía su propia vía a seguir en este campo y no debía abandonarla. 

Al menos, nuestras unidades de propulsión sólida tienen sus características que las hacen inferiores no sólo ante las norteamericanas, sino también ante las rusas de propulsión líquida. 

Sin embargo, la experiencia norteamericana demostró que la demanda potencial del cliente exigía que la tercera generación de submarinos balísticos fuera equipada con mísiles de propulsión sólida; estos eran más simples para mantenerlos pero su alcance y su carga explosiva eran inferiores. 
Siempre que era posible conseguir parámetros comparables a los de los mísiles de propulsión liquida ya existentes, los diseñadores proponían de inmediato un nuevo tipo de misil de propulsión liquida, cuyos parámetros superaran a los de las unidades de propulsión sólida. 

La única excepción, con algunas reservas, fue el RSM-52 (SS-N-20 Sturgeon) de propulsión sólida y que pertenecía al sistema de mísiles D-19; contaba con mayor alcance que el RSM-54 de propulsión líquida y tenía dos veces el peso del RSM-54. 

El desarrollo preliminar del sistema de misiles D-19 comenzó en 1971 en la oficina de diseño Mashinostroyeniya y bajo la dirección del diseñador jefe V. Makeyev. El desarrollo a gran escala del D-19 con mísiles RSM-52 comenzó en septiembre de 1973 simultáneamente con el inicio del desarrollo del TRPK. 

 

Mientras evolucionaba el concepto del nuevo buque, el cliente impuso la tarea de extender la zona de combate por debajo del hielo del Ártico - hasta las latitudes en el extremo norte y mediante el perfeccionamiento de los equipos hidro-acústicos y de navegación. 
Para lanzar sus misiles debajo del mar y a través de la superficie helada del Ártico, el submarino debía salir a superficie en pequeñas zonas desheladas del mar o abrir un espacio en la capa de hielo cuyo espesor alcanza de 2 a 2,5 metros. 

Sin embargo la tecnología disponible en la URSS en los años 70 y 80 no permitía el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales de propulsión sólida y de alto rendimiento y cuyo tamaño fuera semejante al de los anteriores misiles de propulsión liquida. La tendencia al aumento del tamaño y el peso de las armas, y las características de tamaño y peso de los nuevos equipos electrónicos y de comunicación de los submarinos exigían soluciones de distribución no ortodoxas. 

El Admirante Nikolai Ameko, ex-vice jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas recuerda: «El diseñador general S.N.Kovalyov se vio obligado a juntar dos submarinos en paralelo para, entre ellos instalar 20 misiles de propulsión sólida. Desde el punto de vista de la ingeniería, esta fue una solución brillante, pero resultó en una enorme cosa que tenía un un desplazamiento de 48,000 toneladas y que provocaba un inaceptable nivel de ruido submarino...vale la pena notar que Chernavin fue rápidamente nombrado presidente a cargo de la aprobación del proyecto Submarino Typhoon, ya que el presidente originalmente designado se negó a firmar el protocolo de aceptación de un submarino no concluido y que, pasó las pruebas habiendo violado las reglas establecidas.» 

In 1984, después de una serie de pruebas intensivas, el sistema balístico D-19 con misiles RSM-52 fue oficialmente aprobado para su uso en la marina de guerra. El alcance máximo del RSM-52 era superior al del análogo norteamericano-el Trident C4 (7,400 kilómetros)-y se corresponde aproximadamente con el alcance del Trident C5 (11,000 Kilómetros). Sin embargo en cuanto a las características de energía y masa, el misil soviético era muy inferior al Trident C4 y al C5 ambos SLBM. 

 

Por un buen número de razones el TRPK proyecto Akula no satisfizo las expectativas. Era costoso, de complicada operación y caro de mantener. El costo anual para mantener un crucero en completa disposición técnica llegaba a los 300 millones de rublos. 

Se suponía entonces que el D-19 se mantendría en operaciones hasta el año 2003, y en el 2004 sería remplazado por un nuevo sistema de mísiles con el misil Variante o Bark como también se le conocía (un RSM-52 muy modernizado). Sería desplegado en Proyectos 941 TRPK y en los más modernos de tipo RPKSN de cuarta generación-el Proyecto 955 Borei. 

El primero en someterse a perfeccionamiento hace trece años fue el Proyecto 941 TRPK Dmitry Donskoi. El portador de misiles del nuevo proyecto-Yury Dolgoruky-se estableció el 2 de noviembre de 1996 en Severodvinsk, en el la asociación productiva de Severnoye Mashinostroitelnoye Predpriyatiye y se planificó que entrara en operaciones como parte de la Flota del Norte en el 2004. 

¿Bark or Bulava? 
La Unión Soviética contaba con dos centros de construcción de misiles. El primero era la oficina de diseño Mashinostroyeniya (actual centro de desarrollo de misiles «KB que lleva el nombre del académico V.P. Makeyev») en la localidad de Miass, región de Cheliabinsk. 
Se dedicaba a construir mísiles balísticos para la marina de guerra. Y el segundo centro era el Instituto de Tecnologías y Calefacción de Moscú. Sus producciones eran destinadas a las Fuerzas Estratégicas de Cohetes. Eran los pioneros en el campo de los mísiles, Topol, Gora, Sirena, Topol-M, entre otros. 

De acuerdo con los requerimientos navales el centro Makeyev KB puso en práctica pruebas especiales y de laboratorios. Por ejemplo, incluso el lanzamiento submarino de un misil balístico se somete a pruebas de laboratorio. Con este objetivo, en Miass existe una piscina gigante con una pared de cristal empotrada. Después de pasar las pruebas de laboratorio, el misil debe pasar por en centro de pruebas del Mar Negro, y someterse a lanzamientos desde un sistema de tierra ubicado en el campo de pruebas de la marina en la localidad de Nenoksa, región de Arkhangelsk. Finalmente se ejecutan otros lanzamientos desde submarinos sumergidos en el Mar Blanco. 

 

En 1986, el centro V.P. Makeyev KB comenzó el desarrollo de un nuevo sistema de mísiles a bordo de buques llamado Bark para los RPKSN de cuarta generación. Pero debido a los recursos financieros con que se contaba en esos momentos, el KB sólo pudo construir un misil en tres años. Por tanto, la primera prueba que se hizo a un Bark fue ocho años más tarde, y la segunda, otros tres años después, en 1997. Hubo tres pruebas de lanzamiento en total, y todas, por una razón o por otra, fueron aboratadas. Como consecuencia, el trabajo en el sistema que había avanzando en un 73%, se detuvo por decisión de los Ministerios de Defensa, y de Comercio y Desarrollo Económico. 

Para ese entonces, el TRPK Dmitry Donskoi en Severnoye Mashinos-troitelynoye Predpriyatiye ya había avanzado 84 por ciento. Las plataformas de lanzamiento habían sido instaladas y los equipos tecnológicos y de ensamblaje ya se encontraban en los compartimentos de misil. 

Lo que quedaba por hacer era montar los sistemas de abordo de buques que ya se encontraban en las plantas de producción. Al mismo tiempo el Ministerio de Defensa estudiaba propuestas del Instituto de Tecnologías de Moscú (MIT) para desarrollar un sistema unificado de armas balísticas con sistemas unificados de tierra y mar de cohetes desplegados en silos. Para llevar a cabo su producción se decidió organizar la cooperación entre las plantas productoras de mísiles, que incluían al MIT y en centro de ingeniería de Votkinsk. 

Siguiendo las recomendaciones del Ministro de Defensa Mariscal de la Unión Soviética Igor Sergeyev, del Coronel General Anatoly Sitnov, Jefe de Armamento de las Fuerzas Armadas de Rusia y del Admirante de la Marina de Guerra (admirante entonces) Vladimir Kuroyedov, Comandante en Jefe de la Marina, se tomó una decisión a nivel de gobierno para descontinuar el Bark y e introducir el Bulava en la marina de guerra. 

En la primavera del año 2000, el Coronel General Anatoly Sitnov dijo: 
«Al adoptar un nuevo concepto para las fuerzas nucleares estratégicas, la tarea principal que se dio a los diseñadores fue reducir la duración de la fase de arranque varias veces. Para conseguir ese objetivo se adoptó una nueva solución en términos de combustible e ingeniería. Como resultado, un misil de 100 toneladas que, en la primera versión del Akula se sostenía directamente sobre su base, ahora era suspendido en un silo sobre un ARSS de cinco toneladas (un sistema de lanzamiento de mísiles de seguridad) El misil no se lanzaría desde su silo mediante presión acumulada, sino que sería guiado por el ARSS. Además, el diámetro de misil se alteró en dos centímetros.




Con relación al combustible, no obtuvimos nada nuevo. Para lanzar estos mísiles se hizo necesario reacondicionar los seis Akulas. Pero ello requería 86 billones de rublos. En efecto el misil podía llevarse hasta su etapa final pero hacían falta 12 billones adicionales. Además, 60 por ciento de los microchips se producía en otros países del CIS, así como también el 40 por ciento de los materiales. 

El desarrollo del Bulava nos está costando 6,5 billones de rublos y nos ofrece un potencial reverso. Será un misil unificado de 32-34 toneladas de peso y capaz de sustituir al Topol, que pesa 46 toneladas, y 120 toneladas con transportador. 
El transportador junto al Bulava no exceden las 70 toneladas y esto le permite viajar a través de todas las regiones del país. Además, gracias a la elección que hemos hecho, estamos reduciendo la co-producción, mientras establecemos una escuela científica rusa y desarrollamos nueva química especial. Para el nuevo misil ya se han producido nuevas ojivas y combustible especial, mientras que el peso del sistema de control se ha reducido de 240 a 100 kilogramos». 

La defensa del diseño preliminar del Bulava, que comenzó en la primera mitad del año 2000, hasta que comenzaron las pruebas, duró cuatro años. 

Desde la perspectiva actual, Yury Solomonov, director y diseñador general de FGUP MIT, considera que «el desarrollo de cualquier nuevo equipo entraña ciertos riesgos». Uno puede evaluar de manera diferente el grado de riesgo de uno u otro sistema tecnológico, pero incluso si contamos con la confirmación de las soluciones ingenieras y esquemas de diseño avalados por las pruebas en el terreno, los resultados positivos o negativos dependerán en gran medida de la tecnología, la eficiencia productiva, y de la disciplina industrial. Este es un factor que siempre se debe tener en cuenta y que, de acuerdo con Solomonov, fue la causa de un accidente durante la prueba del Bark. 

Él sabe lo que está diciendo. De acuerdo con una información que se filtró a los medios, el 24 de mayo del 2004 uno de los motores del Bulava explotó en la planta de construcción Votkinsk mientras se sometía a pruebas. Pero, el incidente no afectó la fecha de prueba del nuevo sistema de mísiles, la cual tuvo lugar en diciembre. 

Y sin embargo se debe reconocer que un cambio del Bark al Bulava ha como que retrazado la construcción de portadores de mísiles submarinos de cuarta generación, aunque la industria constructora de mísiles no fijó un plazo. 

El Sineva sobre los mares 
La ventaja que representa tener dos centros productores de misiles descansa no sólo en que la buena competencia genera armas nuevas y mas complejas para el SSNF. También se basa en el hecho que la marina de guerra está básicamente protegida contra la perdida de su escudo de misiles nucleares. 

En esta dirección, los diseñadores del Instituto de Tecnología de Moscú desarrollan un prometedor misil balístico intercontinental del tipo Bulava para submarinos de tercera generación, mientras sus colegas del centro de misiles KB, que lleva el nombre del académico V.P. Makeyev en Miass, región de Cheliabinsk, y bajo la dirección de Vladiir Degtyar, director de la empresa y diseñador general, ya han desarrollado un nuevo misil balístico a bordo de submarinos y para submarinos de tercera generación, llamado Sineva y que es una versión del RSM-54 altamente modernizada, que ha probado su valor. 

El Sineva ha sido diseñando para seis portadores de mísiles submarinos del tipo Delfín. La etapa final de la prueba oficial del nuevo misil concluyó recientemente. El 29 de junio, a las 10:25 hora de Moscú, la tripulación del submarino balístico Yekaterinburg, al mando del Capitán de Primer Rango Sergei Rachuk, lanzó con éxito el nuevo mísil. 

Miembros de la comisión oficial firmaron un acta sobre el éxito y realización de las pruebas. Con el cumplimiento de procedimientos ulteriores de carácter técnico, el Sineva entrará en servicio en la marina de guerra. 

El Sineva puede portar hasta diez ojivas de clase pequeña o de mediana clase. Su alcance hace posible el uso del Skiff desde bases locales y desde regiones árticas de altas latitudes. La precisión de impacto es por primera vez la misma que la de los mísiles balísticos intercontinentales de rampas fijas. 

Esta ha sido la primera ocasión en que se ha utilizado la corrección astrológica junto con la radio-corrección desde satélites de navegación. El misil emplea la técnica de expansión de ojivas entre objetivos individuales en una zona escogida al azar por su forma, y variable en escala (por impulso de energía). 

También se considera el fuego de trayectoria reducida con poco tiempo de aproximación. El misil ha desarrollado su estabilidad contra los efectos letales de una explosión nuclear. 

La característica fundamental del nuevo Sineva es el cambio de sus etapas, con incrementado numero de ojivas, mejor protección contra efectos electromagnéticos, y lleva consigo mecanismos de defensa contra la penetración de mísiles. El misil cuenta con un sistema único de navegación por satélite y un sistema computarizado, que fue originalmente destinado para el Bark. La producción del nuevo misil se ha organizado en la planta ingeniera de Krasnoyarsk. 

En diciembre del 2003 se llevaron a cabo dos exitosos lanzamientos de mísiles telemétricos RSM-54 como parte de los esfuerzos de investigación y desarrollo para conseguir la continuación de la producción cuantitativa de esos mísiles. Una vez terminado el trabajo, el RSM-54 será el elemento clave de la fuerza naval estratégica. Existen precondiciones tecnológicas para extender el período de trabajo durante diez años más y si fuera necesario por más tiempo. 
El misil cuenta con un potencial modernizado cuya realización haría posibilitaría ofrecer una adecuada respuesta a los retos técnico-militares del siglo 21. 

La capacidad del Sineva y del grupo de submarinos del proyecto Delfín para asegurar un margen de seguridad a la hora de crear una fuerza nuclear estratégica es muy grande y suficientemente amplia. El reto que enfrentan los marineros, los constructores de buques y los hombres de los cohetes en la marina es dar un uso adecuado y digno de estas potencialidades; y usarlas para fortalecer la estabilidad estratégica. 

El período de diez años de futura explotación del RSM-54 es el tiempo que se necesita par desarrollar nuevos mísiles balísticos intercontinentales para los submarinos estratégicos de quinta generación. Uno de esos, por ejemplo, es el misil que ha sido propuesto por el Miass KB, muy prometedor e Incorporara lo mejor de los proyectos anteriores, incluso los que no fueron desarrollados, como el Bark, así como lo que ofrece el Bulava desarrollado por MIT. Continuará portando las mejores tradiciones de medio siglo de trabajo en la construcción de mísiles en el país. 

Lo más importante, sin embargo, es que con el éxito alcanzado en la complementación de las pruebas oficiales del Sineva, Rusia ha conseguido un respiro de diez años para construir nuevas armas -mísiles y submarinos- que no pueden ser construidos por separado sino al unísono -los mísiles que se lanzan desde el mar no pueden existir sin los submarinos.


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